Desde
allen mares,
la
ansiedad de una mirada.
intentando
ver el bosque,
alejado
de los árboles…
El
desbroce, la poda necesaria
fuera
ramas muertas
limpieza
a fondo de malas hierbas,
y
eliminar la procesionaria...
Aún
alejado, en la distancia, por medio el gran océano, llega a mí el tam tam de
tambores de guerra, -toco madera.- Madera de un bosque a punto de arder, por la
cabezonería, la tozudez de unos cuantos alcornoques, que inmunes a la plaga,
ven con no poca satisfacción, como la procesionaria va haciendo estragos en la
población de pinsapos dispuestos a contaminar el resto de la pinada.
Satisfacción,
tocata y fuga a la catalana, yerguen raíces, cual Abad o Abadesa de un cuento
de los hermanos Grimm yerguen sayos al oír el toque a la hora de la cena y ponen pies en polvorosa.
Puigdemont,
Junqueras, consellers, a la fuga, golpeando nalgas con talones en el silencio
de la noche, alpargatas de gamuza de un color por definir, mientras detrás de
sí, seca la flor del independentismo catalán.
Arden
más de dos millones de ilusiones de ilusos idiotizados. Los idiotizadores a
Bruselas, a persistir en la distancia, a renovar consignas, a quemar cuatro pelos,
sin que el fuego toque la piel, que p‘a eso s’an quedao atrás más de dos
millones de pringaos, educados en la disciplina de razonar con las tripas…
Mientras
tanto, movimientos de tierra, a D. Tancredo se le cae la ceniza del puro a la
alfombra y se molesta por el meneo.
En
la calle del progreso, se pone en marcha la legión que de un tiempo hacía acá le
dio por cambiar el nombre y significado de las cosas, poner etiquetas y
permitir desmanes a los idiotizadores de turno… al buenismo me refiero.
Se
rasgan las vestiduras al ver que por una vez la justicia actúa, aunque esta
haya venido andando a pie, descalza y entre guijarros, un soplo de aire, un
rayo de luz, esperanza de ver justicia al menos una vez para el resto de la ciudadanía.
Los
descontentos, acostumbrados a hacer equilibrios por el filo de la espada de
Themis o Fas, amenazan con las siete plagas, abogan por dialogar con quién no
ha querido oír palabra, que la ley no va con ellos, que es algo que se inventó
tan solo p’al que ha robado una cabra.
Parece
cundir el pánico, miedo al despertar de la sociedad, no vaya ser que a alguien
se le ocurra coger una vara y se ponga a enderezar entuertos siguiendo el
ejemplo de la jueza Carmen Lamela.
Se
convocan plenos; en el mundo para lelos, tiemblan alcaldes, concejales, y
consortes, sudan en frío, hermanos, primos y “cuñaos,” los amigos de amigos, los
contratistas que ya han “pagao”.
Los
“legítimos” representantes de la nonata república ha días se han fugao, tan
solo unos cuantos retornados confiando en la marabunta, en la fuerza de la
multitud, que colgada de las ramas del guindo insiste en pedir peras al olmo…
Craso
error, no ha funcionado la coacción, y la señora jueza los manda a prisión,
desde Bruselas el molt “honorable” Puigdemont,
tanto a valones como a flamencos, apesta a sardinas de siete días.
¡Qué horror!
By: Luis Ángel Jul López
¡Qué horror!
By: Luis Ángel Jul López