Durante unos pocos años se fue haciendo una
labor de zapa a la vez que se le comía el cerebro a la población, de esta
manera se fueron creando dos bandos. Tal fue la comedura de coco que en
Bananalandia los hermanos convertidos en zombis estaban dispuestos a
destrozarse unos a otros en beneficio de sus amos los vampiros. Al final
ocurrió lo inevitable y en nuestra querida Españ… esto… ¡Bananalandia, coño!
sobrevino la antes mentada guerra. Fueron años de lucha, murieron muchos zombis
y cómo no también unos cuantos vampiros. (Lástima que no hubieran sido todos.)
La poca población que quedo trató de recomponer su vida en la creencia de que
todo había pasado, y de que los vampiros se habían extinguido en los campos de
batalla.
¡Ja! Ahora lo
sabemos, pero entonces no era así, los
vampiros son muy difíciles de matar y Mas... Digo, más de uno sobrevivió con su
pareja, en el anonimato, poco a poco se volvieron a reproducir durante cuarenta
largos años. Con paciencia esperaron a que el vencedor erigido en caudillo poco
a poco se fuese secando cual mojama tendida al viento, al mismo tiempo que
ellos recuperaban sus energías. De los que vivieron en aquellos años algunos
hablan de dictadura y otros de dicta blanda… Huummm, yo no sé qué decir. Por
aquel entonces yo no estaba aquí, lo cierto es que se produjo un periodo de calma y la gente volvió a la
normalidad, he de decir que hablo de oídas y del país que encontré cuando volví
a mi añorada patria a mis veinte años.
Cuando llegué
a Bananalandia, (Ya veis, poco a poco uno se acostumbra) este era un país en el
cual la gente tenía ilusión por comenzar un nuevo futuro, elegir nuevos
representantes, dejar atrás un etapa negra de la historia. Quizás fue esa gran
ilusión la que nos nubló la mente, no tuvimos la capacidad para percibir que
los postulantes a representarnos eran los herederos de aquellos vampiros que
otrora habían llevado la desgracia a millones de hogares.
Continuara...
Continuara...