jueves, 22 de agosto de 2019

El extraño caso del hombre mutante…



Tal cual le pasa a nuestro "sic" presidente, que venido de la nada, sin haber dado golpe al agua, de lo etéreo si hizo materia, y en carne con ojos se transformó.

Nada más llegar, al Psoe que ya era malo, de malo lo hizo peor.
La consigna del momento, era el no, porque no.
A trancas y barrancas, todo embarrancó,
todas las trabas que podía, se las ponía a Rajoy.

No escatimó en insultos, ni en tergiversar verdades,
metiéndose hasta el corvejón, en todos los lodazales,
justificando así el felón, negar su colaboración.

Esa fue su primera etapa, la de hombre de Cromañón…

A Ostracia le mandaron, por testarudo y cabezón,
mientras en el partido, partido por la mitad,
dejó rivales y adictos, adictos a mangonear.
Los primeros, con promesas de venganza personal,
los segundos, prometiéndoles el oro, el moro y medrar.

Cumplió así, su etapa de camaleón.

Mientras el enemigo pensaba en Babia, adormilado, con el puro entre los dientes y recostado en la red.

Él, desde la lejanía, con la complicidad de sus adictos, podemitas, separatas catalanes, Aitor y sus etarras, -que hoy toca ningunear,- se hizo con el poder, con La Moncloa, y las llaves del avión, aunque su primera orden fue: Que me cambien el colchón.

Convirtióse así en "Sic" hombre de estado.

Eso le solidificó, y más visible le hizo, no pasando inadvertidos los ridículos por doquier.

La poca vergüenza, mala leche y lo sectario de su ser, llegando incluso a tratar, de robar protagonismo al Rey.

Aunque más parecía Cantinflas, el rey de la comedia y de la ridiculez.

Muta así, de hombre de estado, a hombre sectario
.
Una vez, ya asentado en el poder, pierde el don de la ubicuidad, y donde con él a cada paso se tropezaba, ya nadie le puede encontrar.

Escondido tras el plasma, delega en otros sus funciones, que soy presidente, ya no tengo por qué hablar con esas gentes, ni dar explicaciones, para eso ahí están, Ábalos, Calvo, Celaá y la Batet.

Ebrio de poder, ya casi nada, ni nadie le pone cachondo, a excepción claro está, del avión y su susurrador particular el Sr. Iván Redondo…

Pero el que quiere gobernar, presupuestos tiene que aprobar, llega el día y llega la maldición, hay que aprobar presupuestos y la mayoría le dicen no, recordándole la oposición, las malas artes con que llegó al sillón.

Transmuta en sí, se da la vuelta como un calcetín, se convierte por obra de birli birloque, -o de su susurrador,- en el hombre del sí, porque sí…

No hay acuerdo, ni sí.

Los traidores de la patria, al conocer ya el personaje, piden por adelantado echar mano a su bocado, o no le aprueban las cuentas, se ve el hombre pillado, siendo él, el flamante presidente, ironías del destino, gobierna el que se ha marchado.

No le dejan gobernar y  le dan pal pelo, sin saber qué hacer, consulta al susurrador, que dicen las malas lenguas, fue maestro de Maquiavelo.

Este, después de mucho meditar, le dice sin contemplaciones, las encuestas nos favorecen, hay que convocar elecciones.

Para sorpresa de propios y extraños, y, -dícese, por mor de un algoritmo raro,-  supera por primera vez a sus rivales, pero al igual que los presupuestos, los números no salen redondos ni con Iván, se queda igual que antes, y todo vuelve a empezar.

Quiere Pedro el poder, y lo quiere solo para él, sin importar un carajo, haber estado casi un año paseando para arriba y para abajo, si fuese menester pactaría con el Diablo, Mefistófeles, o como quiera que diantres se llame Lucifer.

Mientras tanto vacaciones en Doñana, que soy el presidente en funciones de España.

Ordeno no se me moleste, así ardan las Islas Canarias, nos invadan con negros las mafias, haya un pandemia, o se seque el Guadiana.

Ya no cambia nada, muestra su verdadera cara, y secuestra la democracia.

Y así nos encontramos, con una segunda campaña una vez más desde Moncloa, pagada con dineros públicos, sin que el ínclito haya gobernado, sin visos de que vaya a gobernar hasta el 2020, y asistiendo atónitos e incrédulos al extraño caso del hombre mutante.

¿Piensa usted volver a votarle?...


By Luis Ángel Jul López.

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