martes, 25 de marzo de 2014

La razón de la sinrazón… ¿O será al revés?

A veces no sé ni cómo empezar un artículo, las ideas se mezclan en mi mente de tal manera, que es como si todo se hubiera enredado. No es que no tenga claro lo que quiero expresar, sino  que no sé cómo expresarlo para no herir sensibilidades. Aunque parezca contradictorio, en muchas ocasiones, en el fondo, estoy de acuerdo con aquello que critico pero, no en la forma de llevarlo a cabo o reivindicarlo.
Este fin de semana ha sido intenso en cuanto a efemérides: se ha ido el mejor presidente de la democracia y tuvimos la culminación de la marcha por la dignidad. A este último hecho quiero hacer referencia.
Como he dicho antes, estoy de acuerdo con muchas de las reivindicaciones que han dado origen a dicha manifestación, pienso que se debería seguir luchando, pero teniendo en cuenta no solo lo justo de las peticiones, sino la posibilidad real de poder llevarlas a cabo, esto es una carrera de fondo. “Ellos” nos llevan casi cuarenta años de ventaja, y esa distancia no se recupera en un día.
Los organizadores de la marcha por la dignidad, que en la mayoría de los casos estarán politizados, han vuelto a cometer el mismo error de siempre, esto es: achacar los recortes al PP, basándose en que está haciendo políticas de derechas, llevando de esa manera sus reivindicaciones al terreno de la ideología  y tratando de deslegitimar a un gobierno que ha salido de las urnas, y  lo que todavía es más grave, permitiendo que la marcha terminase como el rosario de la aurora.
La razón de la sinrazón, que tuvo su epílogo en la razón de los adoquines, hierros con pinchos y bolas de acero.
Personas que me son próximas podrían corroborar cuán indignado estoy con la situación que estamos atravesando, y estaría dispuesto a participar de una manifestación en la cual todos llevásemos bastón, pero no para pegar a la policía, ¡no!, esos señores están ahí para evitar altercados, mantener el orden, y proteger la propiedad privada. El bastón sería en tal caso para hacerle un buen bollo en la cabeza a esos desaprensivos, los mismos fumados de siempre, los que han dado al traste con las reivindicaciones de unos señores que se han dejado la piel de los pies en la carretera.
Estamos viviendo una etapa que guarda cierta similitud con los años de la transición, con la diferencia de que hoy no hay el riesgo de que intervenga el ejército -toco madera-. Esa falta de riesgo al parecer le ha dado alas a un cierto radicalismo de “izquierdas” que se cree en posesión de la verdad y con legitimidad para hacer lo que le sale de las bolas­; no es así, y yo desde mi pequeña tribuna, abogo por que los organizadores de manifestaciones organicen su propia seguridad, tal y como al parecer hacía el partido comunista cuando lo legalizaron, y por el mismo motivo: para no dar razones a la sinrazón, para que los que hoy mandan no puedan justificar las injusticias, para que no pongan etiquetas a gente honrada por culpa de unos mamarrachos criminales, no hay que hacerle el juego a las grandes corporaciones… que son los que mandan. No existe izquierda ni derecha, son los mismos de siempre quienes mueven los hilos,  lo único que cambia son los muñecos del guiñol.

Si queremos cambiar algo, o por lo menos darlo a entender, ahora tenemos una oportunidad. En las elecciones al parlamento europeo, votemos en masa, sin ideología, a nuestro favor, metan en el sobre sus reivindicaciones, sus quejas, y si se tercia un trozo de papel higiénico… usado.

¿Hay alguien ahí?

  A pesar del estruendo, del ruido de escombros cayendo, de lo absurdo de la demolición, del volado, y la violación de las normas, a pes...