Mucho se ha
escrito estos días respecto a la actuación de la guardia civil en las fronteras
de Ceuta y Melilla, concretamente sobre los sucesos acaecidos en la playa del
Tarajal y sus consecuencias.
Aún
desconocemos la mayor parte de los hechos y cómo se produjeron. No obstante nuestros
“representantes” de la izquierda, aún habiendo gobernado y después de haber
cometido las mismas felonías, no han dudado un solo momento en comportarse como
animales de presa, lanzándose directamente a la yugular del actual gobierno.
Debo
reconocer que el problema de la inmigración ilegal, es una cuestión de difícil
solución, queremos estar en misa y repicando y eso no es posible. Dejemos por
lo tanto la demagogia e hipocresía, señores representantes de la nada, que nunca
se ponen de acuerdo. En este caso el reproche es para todos, y por todos quiero
que se entienda también a los que en Bruselas aposentan sus gordos culos.
Mientras el
gobierno de España dispara pelotas de goma -yo solo he visto un disparo- en un
vano intento de disuasión, la oposición a “España”, en un ejercicio de cinismo,
aprovecha la ocasión para hacerle el caldo gordo a las mafias del estrecho.
¿Cómo? Vilipendiando la benemérita y tratando de hacer que su labor sea todavía
más complicada -ya lo hicieron también en Gibraltar-.
Cinismo y
caradura, rostros de granito, incompetentes maliciosos, cuya única habilidad
consiste en tratar de aprovechar los errores de los demás para tratar de sacar
tajada. Si este tipo de actuaciones era, -es- tan execrable ¿por qué en su día,
los mismos que la critican lo han utilizado?
He sido
inmigrante y pienso que el mundo no debería tener fronteras, pero debo
reconocer que eso no es más que una mera utopía. Por otro lado: ¿cómo negarle
la oportunidad de una vida mejor a un ser humano desesperado? La respuesta
debería de ser: de ninguna manera. Por otro lado: ¿pueden unos “señores” que
nunca han pegado palo al agua, disponer del esfuerzo de los demás y repartirlo
entre todos los que quieran cruzar la frontera? La respuesta, también en este
caso a mi juicio debe de ser no.
A mi corto
juicio la solución está en el mismo sitio donde se origina el problema. Se
trata de que estas personas no tengan la necesidad imperiosa de salir de sus
casas a buscarse unas migajas de pan duro en la vieja Europa.
Soñando con
utopías, la solución sería que Europa
invirtiese en África, incluso si hubiera que colgar a algún que otro
dictador y aunque no hubiese petróleo o coltán. Pero claro, eso sería injerencia,
y a buen seguro los que hoy critican los hechos acaecidos en el Tarajal, de
llegar a este tipo soluciones, también en ese caso pondrían el grito en el
cielo. Así que, amigos míos, el problema tiene mala solución: o devolverlos
ipso facto a sus casas, o dejar vía libre y llenar los aparcamientos de
inmigrantes para que se peleen por veinte céntimos, porque trabajo, lo que se
dice trabajo, ahora mismo no hay ni para los nacionales. Y si no fuese como
digo la gente no estaría yendo a llenar la cesta en los cubos de basura. En
resumen, que si se instaura la laxitud como norma en nuestras fronteras, mucho
me temo que no va haber cubos de basura para todos…
Pero no
pasará nada, “ellos” seguirán en el parlamento jugando a jodernos: “¡Oye, esa
pelota es mía… esto… digo… ese sillón!”.