domingo, 27 de enero de 2013

Conclusión y ruego


En Bananalandia todo era felicidad, y podría seguir así de no ser porque los vampiros son una especie insaciable y sin corazón, carente de sentimientos, al contrario de los zombis que a su vez son dóciles y fáciles de manipular, eso sí, siempre y cuando puedan mantener su ilusión.
Transcurrieron unos cuantos años, todo eran días de vino y rosas, venían seres humanos llegados de otras tierras, muchos de ellos hacían trampas para conseguir la nacionalidad, todos querían ser babacas*. Mientras tanto los vampiros afilaban sus colmillos pensando que se aproximada el día de pegarse un buen festín con la sangre y el sudor de los zombis.
En el momento actual en Bananalandia, los vampiros hace ya un lustro que dejaron de contentarse con el sudor y la sangre de los infelices. Ahora ya quieren devorar también sus carnes y dejar que sus huesos se sequen al Sol.

Estos hechos han producido una tensión muy grande. Los zombis quieren volver a su condición de humanos,  a los que les queda capacidad de reacción se escapan a otros países y ya nadie quiere ser babaca*.
Los vampiros inamovibles de su posición apoyados por sus acólitos los polít…  estoó… por sus esclavos los Renfield, siguen devorando las carnes de los pobres zombis que están desprotegidos. Pero algo se empieza a mover, estos poco a poco se van dando cuenta de que están siendo diezmados por aquellos que no ha mucho les sonreían al tiempo que susurraban consignas y les colmaban de promesas, el descontento crece entre los habitantes de Bananalandia, esto es los babacas*, y no hay nada peor que un babaca* enfurecido, algo que los vampiros no han tenido en cuenta.
Sí no se pone remedio, sí no surge alguna otra especie que intermedie entre los zombis y los vampiros, no se podría predecir cuál sería el futuro de los vampiros, estos  deberían reconsiderar su postura y contentarse con unos cuantos lametazos, el sudor sirve para además de alimentar los vampiros, proteger la piel de los zombis, cuando esta se seca se produce un efecto de irritación en las mermadas neuronas de dicha especie, no es dolor tampoco frío o calor, es algo difícil de explicar, algo que mana de dentro del pecho que va in crescendo, que le quita al pobre zombi la poca capacidad de razonar, tornándolo de esa manera en un ser incontrolable, y como todos sabemos una horda de zombis al ataque es imposible de defenderse de ellos, por una sencilla razón, y es que están muertos en vida, y un muerto no se le puede volver a matar.
En definitiva, desde mi rincón en alguna habitación oscura lanzo un ruego en el intento de evitar males mayores, si queda algún Renfield con rasgos de humanidad, le pido que desde su puesto trate de poner coto a esta situación. Los zombis que andan vagando por los pinares y bosques, al parecer ya se han puesto de acuerdo unos cuantos,  se están armando de la única manera con la que se puede acabar con los vampiros, con el método tradicional de toda la vida.
A estacazo limpio.
Fin, o eso espero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Distopía

Como podéis ver, sigo vivo, y os juro que llevo tiempo intentando escribir un artículo sobre lo que en esta vieja piel de toro está ocurrien...